Originario de El Ferrol pero afincado en Madrid habitualmente, Andrés no pierde sus raíces de la gente que ha nacido al lado del mar, esto queda reflejado en su voz y en su manera de cantar sus canciones, puede pasar del susurro más imperceptible como mar en calma, al estruendo mas salvaje de una ola de más de seis metros al chocar con los rompeolas y acantilados de la costa gallega.
Andrés tiene dos discos publicados, “De ida” (Falcatruada, 2005) el cual se puede considerar ya un ave raris, y “Maneras de romper una ola” (autoeditado y producido por el también cantautor Tontxu en 2007) En los títulos de ambos discos se puede destacar ese carácter tan gallego de la emigración y la ligazón con el mar de tantos de sus compatriotas.
Personalmente creo que Andrés es un tipo realmente interesante tanto en su faceta de cantautor como de persona, con mil historias que contar en sus tribulaciones a lo largo y ancho del país tratando de abrirse paso en el mundo de la música.
Al fin de al cabo, todos aquellos que conozcáis su trayectoria lo entenderéis, creo que Andrés espera que no falte nadie y que todo vuelva a sonar con la rabia precisa, volver a juntar esos papeles rotos que eran aquellos versos que escribió hace un tiempo, volver a cantar aunque prefiera callar algunas noches, que deje de importar el color de piel y acertar en la diana sin creer en otras banderas, que le dejemos, dejemos, dejemos apoyado en la barra de un bar. y que le perdonemos si a caso nos falla. También Andrés quiere ver salir un árbol con vida salir de nuestro pecho y el silencio de muerte en el casco viejo, ser marinero, perdiendo el tiempo en alta mar, sin hallar otro lugar para perderse con sus sueños, viajando en paz aunque en este viaje no haya besos, acompañado siempre de la luna de Santiago, también quiere que pongamos entre nosotros dos Gin Tonics, en vez de nuestros abogados, Andrés quiere ser tormenta, botella a la deriva, corriente de mar, faro apagado o soldado con guitarra, y dejar claro que ha venido para quedarse, para enseñarnos que son catorce los números cardinales y que la luna es niña que juega y se esconde, que no quiere dios ni cielo, que lleva lo puesto y sobra corazón, que aun nos recuerda y que nadie le va a hacer reír si no es nuestra risa.
Y todo ello porque a día de hoy, aunque llueva, no hay mal que por bien no venga, y el amor si no muere te lo matan… al fin de al cabo a la hora del último trago ¿quién no es un rock and roll atravesado o un acorde mal pintado?
Mini “Contramaestre” ( L’Astrolabi )
domingo, 24 de mayo de 2009
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